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Reflexión en el arte: La ridícula idea de no volver a verte.

Foto del escritor: Dra. Diana Alejandra Anaya ÁvilaDra. Diana Alejandra Anaya Ávila

Nota: Además de incluir temas enfocados a la geriatría desde un punto de vista médico, he decidido incluir temas sobre como la geriatría ha influido en el arte y viceversa, ya que hay mucho por lo que analizar, apreciar y compartir.

He estado retomando el hábito de la lectura (tengo una larga lista de espera, pero vamos una página a la vez... un libro a la vez). Sin tener una meta de libros por año para no terminar corriendo a final de noviembre tratando de alcanzar al menos la mitad, iré publicando ciertas reflexiones sobre: libros (principalmente), filmes, poemas, pinturas, fotos, exhibiciones, etc.


El libro que dentro de mi planeación anual (aunque no lo parezca, todo lo que publico ya ha sido planeado con antelación :) gracias por su participación <3 lqm).

Antes de continuar quiero empezar con una frase vital y cumbre, para mi, del libro que hoy les hablaré:

“Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable. Lo expresó muy bien Fernando Pessoa: «La literatura, como el arte en general, es la demostración de que la vida no basta.» No basta, no. Por eso estoy redactando este libro. Por eso lo estás leyendo.”

― Rosa Montero, La ridícula idea de no volver a verte


 



LA RÍDICULA IDEA DE NO VOLVER A VERTE


En La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero, publicado en el año 2013, habiendo sido redactado como una manera de enfrentar un duelo personal de la autora, ante la pérdida de su pareja, Pablo, con base a las biografías de Marie Curie y Pierre Curie. siendo un obra donde incluye el duelo, algo de feminismo y Marie Curie. Es una obra que nos invita a inmiscuirnos en el complejo mundo del duelo, recordándonos que la ausencia de quienes amamos, aunque dolorosa, también es una huella imborrable de lo vivido. Como bien expresa Rosa Montero:

“El duelo es el reflejo del amor que se llevó, y en esa herida se esconde la fuerza para reinventarnos.”

Esta frase, me parece importante ya que es una permite ver el proceso de la pérdida no como un destino fatal, sino como un camino de transformación personal. La obra sugiere de manera discreta pero dirigida a que el dolor de la despedida se convierte en una oportunidad para reencontrarse, redescubrirse y principalmente, para aprender a vivir con la memoria de aquellos que ya no se encuentran. Repito, el duelo es un mapa muy amplio de caminos, pro lo bueno, es que hay flechas para poder dirigirnos en ese tránsito.

En la obra de R. Montero, existe una trenza de sentimientos que muchos hemos experimentado: la sensación de que el adiós es definitivo, la lucha por aceptar la ausencia y la irónica, casi ridícula, idea de que quizá, en otro tiempo, podríamos “volver a ver” aquello que se perdió. Ese hilo tenso que existe entre el olvido y el recuerdo, que puede anidar en el corazón durante el proceso del duelo, es un preámbulo al pensamiento sobre la vejez no como una etapa de renuncia, sino como una fase de profundo enriquecimiento interior.

La vejez, lejos de ser simplemente un declive, es el resultado de una vida llena de experiencias, aprendizajes y emociones intensas. En este sentido, la literatura se erige como un puente que nos conecta con esa sabiduría acumulada, ofreciendo palabras que nos acompañan en los momentos de tristeza y nos ayudan a resignificar la ausencia. Como reza otra cita clave de la obra:

“No se trata de olvidar, sino de aprender a vivir con el recuerdo.”

Una mirada compasiva y profesional

Desde la perspectiva de la geriatría, resulta esencial comprender que el duelo en la vejez no es solo una respuesta emocional, sino un fenómeno que influye en la salud integral del individuo. Abordarlo desde una mirada holística—que considere tanto los aspectos médicos como los emocionales y sociales—es clave para ofrecer un cuidado de calidad. En este sentido, la obra de Montero nos desafía a mirar el duelo no como un estigma, sino como un componente natural de la vida, que requiere comprensión, empatía y estrategias de acompañamiento que permitan transformar el dolor en crecimiento personal.


La lectura se transforma en una herramienta terapéutica que no solo estimula la mente y fortalece las conexiones neuronales, sino que también actúa como un bálsamo emocional frente al duelo.

Invito a nuestros lectores a redescubrir el placer de sumergirse en un buen libro, a dejarse llevar por esas frases que, tan sinceramente, reflejan el tránsito del dolor al crecimiento personal. La literatura tiene el poder de enseñarnos que, a pesar de la irrevocable pérdida, cada capítulo de la vida está impregnado de belleza y de la posibilidad de renacer. Tal como nos recuerda Montero:

“La idea de no volver a ver a quienes amamos es tan ridícula como la esperanza de olvidar lo que significaron para nosotros.”

En definitiva, tanto el duelo como la vejez son procesos llenos de matices y aprendizajes. Leer se presenta no solo como un deleite artístico, sino también como un ejercicio esencial para mantener activa la mente y prevenir el deterioro cognitivo. Cada página leída es un paso hacia una vida más plena y consciente.


¡Anímate a abrir un libro hoy y descubre cómo la sabiduría de las letras puede transformar el dolor en fuerza y el recuerdo en una luz que ilumina el camino!

¿Qué otra obra me recomiendas?

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